Un minuto de silencio. ¡Vamos, vamos Chapé!

“Buenas tardes, a continuación se guardará un minuto de silencio por los 71 fallecidos en el accidente de avión del pasado martes 29 de noviembre. Entre ellos, se encontraban directivos, técnicos y jugadores de la Asociación Chapecoense de Fútbol, equipo militante en la Primera División Brasileña”.

Así han comenzado, y comenzarán, durante esta semana, su jornada deportiva los más de 500.000 campos de fútbol que existen actualmente alrededor del mundo.

No pretendo que este artículo sea un artículo más escrito por un psicólogo del deporte. Muchas veces cuando nos empeñamos en ser  muy técnicos en la escritura y muy formal, perdemos pasión y emoción. Por esta razón, escribiré desde la garra.

Para entender este deporte, hay que vivir muchas sensaciones desde dentro. Hay que estar en un estadio coreando junto a más de 20.000 personas en una sola dirección. Hay que vivir altibajos. En psicología se llamaría refuerzo intermitente, que es uno de los elementos que más genera adicción.  Te produce la mayor alegría del mundo y también la mayor decepción, como aficionado y como deportista. Hay que sentir el olor de un césped recién cortado o el olor de caucho. El olor de un vestuario tras un entrenamiento.  Hay que estar en un banquillo, viendo día a día las caras de alegría de unos jóvenes que luchan por un sueño, ver sus caras tristes en la derrota y su felicidad en la victoria.  Empatizar, una palabra que bien nos gusta a los psicólogos, con el dolor del sufrimiento, con la angustia de la última gota de sudor que un espectador ve en sus guerreros. El dolor de una lesión, el entusiasmo de un gol, defender a tu equipo por las injusticias arbitrales o por el juego sucio del equipo rival. Los que juegan son ellos, pero el equipo lo forman ciudades enteras. El que es futbolero, sabe de lo que hablo.

Es muy injusto hablar del fallecimiento de un equipo de fútbol de primera división cuando día a día mueren miles de personas entre guerra y hambre. No obstante, tenía que expresar esto de alguna manera.

Hace muy pocos meses, el Chapecoense cantaba esto en sus vestuario:

Y hoy, los estadios del mundo cantan esto, en homenaje al trágico accidente:

Se me acelera el corazón al saber que miles de aficionados cantan su canción que jamás escucharán.

No conocía a ningún jugador de la plantilla. Es la primera vez que escuchaba el nombre del equipo. No obstante, y volviendo a hablar de empatía, si me pongo en el lugar de las miles de personas que tenían un sueño con este equipo, de los jugadores que se quedaron en tierra, de los sobrevivientes, de los familiares, amigos, allegados, una ciudad entera y todos aquellos que les ha afectado este suceso, solo puedo llegar a sentir la mayor de mis tristezas.

Si esto llegase a ocurrir con mi club, el Club Deportivo Tenerife, y afectara a mi ciudad, sería uno de los mayores hechos traumáticos de la historia de nuestro pueblo. Nosotros que, como isla, nos conocemos entre todos, nos inundaría una sensación de soledad, de la cual muchos no podríamos salir, o al menos, tardaríamos mucho tiempo en recomponernos. Los comercios cerrarían, el estadio se llenaría de flores, la Isla entera estaría de luto llorando la pérdida. El fútbol nos afecta tanto, estamos tan metidos en él, que sufriríamos entre todos. Y nos contagiaríamos de este hecho.

Narro un suceso ficticio, pero mi condición empática hace que solo pueda imaginar lo terriblemente destructivo  que tiene que ser para el alma, sufrir lo que tiene que estar sufriendo el pueblo de Chapecó. Solo puedo mostrar mi apoyo con esta entrada de blog a aquellas personas que están sufriendo, demostrarles que hay gente a miles de kilómetros de distancia, que piensan en el caos que ha supuesto y que no somos tan diferentes, como muchos piensan y creen que lo somos.

El fútbol une, es lo que tienen los grupos, las masas, el sentimiento de pertenencia, etc. Probablemente, el fútbol vuelva a unir a Chapecó, lo que el fútbol les quitó, el fútbol se lo volverá a dar.

Es la magia de este deporte, la cantidad de relaciones que es capaz de formar.

¡¡ VAMOS, VAMOS CHAPÉ !!

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